El río Najerilla, propiamente dicho, nace de la fusión de los ríos Neila y Canales, en el término municipal de Villavelayo (La Rioja), a cuatro kilómetros aguas abajo de los anteriores y forman el inicio de la cuenca.
Su curso, transcurre principalmente por La Rioja, siendo el río de mayor longitud (99´700 Km.), y de mayor caudal medio (16´45 m3. por segundo) de los dicha Comunidad Autónoma, tras el Ebro, en cuya margen derecha desemboca junto a Torremontalvo.
Ya en La Rioja toma su nombre de la Ciudad de Nájera (La Rioja), que atraviesa, siendo a mi entender y en su cabecera ó Alto Najerilla, donde aparecen unos de los rincones más bonitos de su cauce.
Sin pretensión erudita de clase alguna y de pueblo en pueblo, voy a intentar narrar el curso del citado Najerilla, desde Canales de la Sierra, hasta la llamada Venta de Goyo, dejando para otra ocasión el reseñar el resto de los pueblos de su cuenca.
Desde una perspectiva muy general, es preciso señalar, que en toda esta zona, la evolución socioeconómica es bastante similar a la seguida por la mayor parte de los municipios de la montaña española: pérdida de población, contracción del espacio agrícola, disminución de los censos ganaderos (de ovino y caprino, especialmente), asistiéndose a la recuperación de las masas forestales, unas veces por regeneración espontánea de los bosques naturales y en otras ocasiones mediante repoblaciones con pinos y otras especies autóctonas impulsadas por la Administración.
CANALES DE LA SIERRA.
Por la CR-113, a 64 Km. de Nájera, dirección Salas de los Infantes (Burgos) después de un recorrido estrecho y lleno de curvas, sobre todo a partir de Anguiano (a pesar de las mejoras realizadas en dicha vía), a orillas del Najerilla hacia la Demanda, entre vegetación abundante de matorral bajo, robledales, tilos, pinos y chopos y alguna que otra vaca que suele aparecer por la carretera, llega el viajero a Canales de la Sierra.
El municipio de Canales de la Sierra, limita con la provincia de Burgos y está enclavado en la sierra de la Demanda. Es una de las Siete Villas y la Corporación municipal funciona en régimen de Concejo Abierto
Parece ser que Canales, se fundó cerca de la ciudad de Sejeda, en el lugar donde actualmente se encuentra la villa; en la localidad, se observan restos de murallas de un poblado y una calzada romanas.
La población de Canales se ha visto mermada a lo largo del siglo XX, debido principalmente a la disminución de los censos ganaderos (en tiempos tuvo 12.000 lanares) y a la desaparición de las importantes industrias textiles que existían en la localidad.
A la entrada de la villa, destaca el edificio del teatro, una corrala de madera al estilo manchego. En dicho edificio, se alza la Torre del Reloj, un viejo edificio, (en el que se encuentra enclavada la Casa Consistorial), con pequeña torre cuadrangular, donde a las medias y a las enteras, un papamoscas antiguo (parecido al de la Catedral de Burgos y estropeado al día de hoy), abría la boca. Destaca también en esa torre, una campana para tocar a fuego.
Enfrente, haciendo plazoleta, hay un crucero de piedra noble en honor al conde Fernán González, erigido en 1943, con ocasión de celebrarse el milenario de Castilla.
Según los de Canales ó canaliegos, la villa fue en el siglo X, feudo del primer conde castellano.
Los mayores del lugar también aseguran que Canales tuvo fueros antes que Navarra y que en realidad, era la avanzadilla castellana en su lucha contra los árabes.
Evidentemente, todo lo relativo a Fernán González, queda para los historiadores a investigadores, incluido lo relativo a la existencia de los Fueros.
Es posible que bien en Simancas, en la Real Chancillería de Valladolid o en algún otro archivo nacional, existan documentos relativos a la historia de Canales. Se llevaron del Ayuntamiento los que hubo en su día y no queda en el archivo municipal absolutamente nada.
Los edificios civiles de interés, son la mayoría construcciones de los siglos XVI y XVII; son de corte medieval, en piedra noble y las casas conservan numerosos escudos nobiliarios y recuerdan el pasado próspero e hidalgo de este municipio. Algunos de ellos, contienen elementos religiosos que apuntan a la presencia de varias órdenes monásticas en la villa.
Además son numerosos los puentes que conectan los dos barrios de la localidad y que salvan el río Canales, que atraviesa el casco urbano.
La iglesia parroquial de Canales de la Sierra, está dedicada a Santa María. Data de finales del siglo XVI y principios del XVII y se construyó sobre los cimientos de una iglesia románica. La torre tiene tres plantas y parece obra del siglo XVII.
La Ermita de San Cristóbal, fue construida en varias fases durante el siglo XII. Es de estilo románico, de ábside cuadrado y una galería porticada de seis arcos; de la original sólo se conserva la cabecera y en su interior, existe una pila bautismal del siglo XII; la torre es de dos cuerpos.
La Ermita de San Juan, hoy en ruinas, se encuentra a 4 Km. del casco urbano; es de finales del siglo XVIII y la cubierta era de madera.
A la zona se le conoce como paraje de San Juan, famoso por los legendarios espántalos. Llaman espántalos, a unas piedras de pirita de hierro, cristalizadas en forma cruz, que según creían, eran un remedio o talismán contra las enfermedades y que tragaban los del pueblo.
En San Juan, se enramaban los balcones de las novias, a quienes se iba a rondar.
La Ermita de San Antonio, fue construida en el siglo XVII; su planta es cuadrangular, con techumbre a dos vertientes.
La Ermita de La Soledad, se sitúa a 8 Km. en dirección a la provincia de Burgos, en el monte Fuentelcerro. Está construida en mampostería y sillarejo y se cubre con bóveda de lunetos.
Las fiestas principales son en Julio, Santiago, Santa Ana y Santa Anita (25, 26 y 27); se celebran en honor de Santa Ana, con diferentes actos festivos, entre la que destaca una cena de solteros de la localidad.
La danza popular de Canales es el “baile de las carrasquillas”; una pareja baila en el centro de un corro que forman los mozos y mozas del pueblo y tiene una letra muy original.
Los de Canales tienen un postre típico que llaman retorcidos, una especie de dulces hechos a base de azúcar, huevos, anís y harina.
A los de Canales, además de canaliegos, les llaman fanfarrias por llevar fama de fanfarrones y presumidos. Gozan de un humor finísimo y por cualquier motivo, montan un jolgorio con meriendas, cenas y cantos aunque no sea fiesta; los apodos, están a la orden del día y de ello nadie se enfada.
Un castillo con tres torres, es el escudo de Canales, según consta en el libro del Becerro de Armas, del Archivo de Simancas.
VILLAVELAYO.
Se encuentra situado en el Alto Najerilla y es una de las 7 villas y lo mismo que Canales, fue un feudo de Fernán González, si bien conserva poco de su abolengo.
Respecto a sus orígenes, es razonable pensar que se sitúan en los primeros tiempos de la repoblación cristiana, allá por el siglo VII.
La primera referencia histórica de la localidad data de 1247 y figura con el nombre de “Villa Valeio”.
La población de Villavelayo, ha ido disminuyendo a lo largo del siglo XX, como consecuencia de la desaparición de los ganaderos.
Estos pueblos se resistieron mucho a la inmigración. La construcción del pantano de Mansilla, frenó un poco el movimiento de población, puesto que la gente de la zona trabajaba en él; comenzaron las obras en 1935, con unos salarios de 3 pesetas diarias, que en aquel entonces era una fortuna.
Cuando finalizaron las obras, la gente se empezó a marchar por la demanda de mano de obra en las ciudades.
Esquina a la plaza de la villa, quedan los restos de una iglesia primitiva dedicada a Santa Centola; se trata de una construcción románica, aunque posee elementos de una época anterior, frente al palacio con escudo, el único pueblo que dicen perteneció a Fernán González.
El palacio, es el clásico de la época, con planta baja y planta superior, con artesonado alero de madera.
La economía se basa en la ganadería y en la explotación forestal, siendo Villavelayo, sede de la mancomunidad compartida con Canales de la Sierra y Mansilla.
La iglesia parroquial de Villavelayo, del siglo XII, es una de las mejores iglesias románicas de La Rioja y está construida en sillarejo, siendo su pieza más destacable la cruz procesional, una pieza de orfebrería y escultura del año 1400.
Viniendo desde Canales, a la izquierda de la LR113, se encuentra la ermita de Santa Áurea (Santa Áurea Oria), muy reformada en la actualidad.
Dicha Santa, natural de la villa, nació en 1040, siendo patrona de la localidad y única santa riojana, celebrando los vilayos su fiesta el 11 de Marzo.
El segundo domingo de Agosto, Villavelayo celebra sus fiestas patronales en honor de Santa Áurea, así como el festival del perrechico o seta fina..
Es conocida la danza y el Cachivirrio, un mozo que con su bastón de mando adornado con cintas de colores, impone la autoridad en el pueblo y es el encargado de mantener el orden.
A los naturales de Villavelayo ó vilayos, se les conoce también como zarrias o zarriosos, por las antiguas abarcas de piel de oveja que usaban y arrastraban por el suelo.
En Villavelayo, no faltan los apodos (que no suelen molestar), pero existen en menor número que en Canales de la Sierra.
MANSILLA DE LA SIERRA.
Hay dos “Mansillas”: La que los mayores guardan en el recuerdo y que muchos visitan cuando el pantano deja ver las ruinas de aquel municipio que se tragaron las aguas, y, el pueblo actual, que en esta zona riojana vive de la ganadería (predomina el vacuno sobre el ovino) y que ha visto, desde siempre, emigrar a sus gentes.
Posee dos núcleos de población, la villa de Mansilla y el poblado de Tabladas, lugar éste en el que se encuentran instaladas una central eléctrica y una subcentral.
El antiguo pueblo de Mansilla, hoy inundado por el pantano que antes se dice, podía deber su nombre a una degeneración de “Mensa” o “Mesa”, nombre que sirve para citar los terrenos altos que aparecen en superficies llanas.
Aparece citado en el siglo X, en el voto de Fernán González, con el nombre de “Meciela” ó “Mensiella”.
De la antigua Mansilla, sólo queda la ermita de Santa Catalina, del siglo XII; está orillas del pantano en dirección a Villavelayo Una magnifica reja románica y unos capiteles de talla excelente que reproducen motivos vegetales maravillosos es todo cuanto se han podido salvar de la ruina.
El puente de Suso, de piedra medieval del siglo XVI, de un solo arco de grandes dimensiones, realizado en sillería, ha sido rescatado del poblado antiguo y se ha colocado piedra a piedra en el pueblo actual.
Se trata del puente que unía el camino de Villavelayo con Mansilla y formaba parte de la red pecuaria de la trashumancia.
Hoy, Mansilla de la Sierra es un pueblo serrano, completamente nuevo, incrustado en el monte y a la izquierda del pantano, paseo con arboleda y casas de dos pisos individuales; vive de la ganadería y dista 2 Km. del primitivo.
La iglesia parroquial de la Concepción, se construyó en 1960 y es de una sola nave, hecha en cemento.
Destaca una valiosísima Cruz procesional de comienzos del siglo XII; el reloj de la parroquia es el de la antigua, pero ya no funciona; parece ser que en el traslado recibió algunos golpes y las reparaciones fueron inútiles.
El 14 de Septiembre, se celebra la Exaltación de la Santa Cruz bajo la advocación del bendito Cristo de la Victoria, con numerosos actos festivos con misa, procesión y el “Cachivirrio” que interpreta la Jota de Mansilla.
Mansilla, es una de las 7 villas, el agua del embalse es potable y la zona es de una belleza extraordinaria.
Existen también los apodos, pero en menor escala que en Villavelayo y muchísimo menos que en Canales de la Sierra.
A los mansíllanos, les llaman también arrastra ovejas.
LA VENTA DE GOYO.
La Venta de Goyo, está situada en el cruce de la LR-113 con la local que sube a las Viniegras.
Su historia arranca de un peón caminero, que se llamaba Mariano, que compró las antiguas cuadras o casa de postas, en las que la diligencia Nájera-Anguiano-Canales hacía un alto para repostar
El dicho Mariano, en 1920 y después de los oportunos arreglos, puso en marcha el negocio con el nombre de la Posada de Mariano.
Goyo el de la Venta (Gregorio Jiménez de Pablo) hijo de Mariano, al morir éste, heredó el negocio, transformando poco a poco la posada.
Para ello, empezó poniendo un comedor en las antiguas cuadras, adecentando todo el edificio y ya en el año 1950, figurada como Venta de Goyo.
Poco a poco, debido al trabajo, tesón y buen trato dado a los cazadores, pescadores, comerciantes, viajeros y turistas, siempre al estilo familiar, Goyo y su esposa Isabel, rehabilitaron el edificio, transformando el comedor en restaurante y construyendo varias habitaciones para que los caminantes, tratantes y comerciantes tuvieran un lugar en el que poder comer y descansar cuando les alcanzaba la noche.
Tras varias remodelaciones para mejorar las instalaciones, en los años 70, la Venta de Goyo, la excelente cocina serrana de su restaurante, la amabilidad, cortesía y buen trato, dieron solera y categoría al lugar que hoy continúan los hijos y nietos del fundador de la denominada Venta de Goyo, siguiendo con la tradición familiar.